Vecino de nuestra Villa, Gobernador del Tucumán (1757-1766), destaco por sus esfuerzos moralizantes, aqui dejo una muestra de ello:
En bien de los Cabildos recomienda que los alcaldes se elijan entre personas “de conciencia, madura reflexión, talento y experiencia, que castiguen los delitos y pecados públicos y que celen las ofensas de Dios; pero que sin faltar un ápice a la justicia no se aparten un momento de la misericordia, por ser atributos inseparables...”.
Suprime por decencia los azotes a mujeres por actos escandalosos. Ordena la represión de los juegos de suerte prohibidos, y encarga especialmente la justicia y equidad “con los pobres, viudas y huérfanos”, “y en especial con los indios” (Lizondo Borda, ap. Actas de Santiago del Estero).
En 1754 dicta su “Auto de buen gobierno” para mejorar las condiciones morales de las familias y la seguridad. Expulsa de las ciudades a los vagabundos; manda que se eviten “escándalos y pecados públicos y ninguna persona proteja en sus casas alcagüetes ni hombres de mala vida”; que los dueños de esclavos jugadores, ladrones o pendencieros los vendan fuera del Tucumán; que se arreste a quienes anden de noche sin farol o sin necesidad; prohibe andar al galope por las calles, con pena de “perdimiento del caballo aviado”; dispone que “no se abran las tiendas ni pulperías ni se venda los días de fiesta hasta después de dicha la misa mayor...”.
Las medidas buscaban contrarrestar la “relajación de costumbres en ciertos aspectos de la vida social...”. Había casos de bigamia por extranjeros casados que lo ocultaban, fingiendo contraer matrimonio con mujeres de la región (ca. 1758); contra estos desbordes luchaba la máxima autoridad.
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